lunes, 24 de octubre de 2016

Una tarea


Romería 2016
Observación de la transformación de un patrimonio.
                                         
Elizabeth Chaparro y Peredo
Octubre, 2016.
CIESAS-Occidente

En el informe que dio el Presidente Municipal de Zapopan, Pablo Lemus, el miércoles 12 de “La Romería, Ciclo Ritual de la Llevada de la Virgen de Zapopan” (como se denominó), sea declarada por el Estado como Patrimonio Cultural Inmaterial en 2017, y en dos o tres años más como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. La iniciativa me parece razonable pues expertos y no expertos coinciden[1] en que se trata de un evento ritual de profundas raíces e importancia identitaria, que ha sobrevivido a distintas crisis políticas y sociales como la independencia, la revolución y la guerra cristera, además de que se ha mantenido durante procesos como la  urbanización, la migración y la globalización.

Romería, patrimonio cultural
En el Artículo 2 del Capítulo 1 de la Ley de Patrimonio Cultural del Estado de Jalisco y sus Municipios se define el Patrimonio Cultural como:

“constituido por elementos y manifestaciones materiales e inmateriales de la actividad humana y del entorno natural, a los que los habitantes de la entidad, por su significado y valor, les atribuyen importancia intelectual, científica, tecnológica, histórica, natural, literaria, artística, arqueológica, antropológica, paleontológica, etnológica, arquitectónica, industrial y urbana” (Decreto N. 24952/LX/14)[2].

En el Artículo 8 del Capítulo 2 se especifican los tipos de expresiones y manifestaciones culturales, de entre las cuales destaco las “Manifestaciones inmateriales”, descritas en la Fracción V, como los usos sociales, rituales y actos festivos en los que cabrían peregrinaciones como la Romería de la Virgen de Zapopan.

Se trata pues de una de las tradiciones más importantes en el Estado de Jalisco, especialmente para los municipios de Guadalajara y Zapopan, en donde tiene lugar, y que representa “un símbolo de unidad, continuidad e identidad cultural y social”[3].  En éste sentido para la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) el Patrimonio Cultural Inmaterial son las “tradiciones orales, artes del espectáculo, usos sociales, rituales, actos festivos, conocimientos y prácticas relativos a la naturaleza y el universo, y saberes y técnicas vinculados a la artesanía tradicional”[4]. Es bajo estos esquemas que los gobiernos municipales de Guadalajara y Zapopan promueven, desde 2015, el reconocimiento de la Romería como Patrimonio Cultural ante el Estado y ante la UNESCO, sin embargo existen otros aspectos que habría que destacar. Y es que no se trata solamente de un rito de peregrinaje y exposición de símbolos religiosos, sino que es un fenómeno social que convoca otras expresiones culturales como musicales y dancísticas, rutas y caminos tradicionales, artesanías, juguetes y gastronomía, todos elementos que  alimentan la riqueza y complejidad de la celebración.

Comida y contexto festivo
La gastronomía fue el tema en el que centramos nuestra observación durante el ejercicio etnográfico propuesto. En mi caso personal, el interés por este tema surgió a raíz de los recuerdos de infancia, de aquellas “llevadas de la Virgen” acompañadas de elotes, jericallas y tejuino, además del interés por observar cómo se relacionan ahí, la fiesta religiosa, la comida popular y la identidad de una comunidad. Cabe recordar que la comida tradicional mexicana fue declarada en 2010 Patrimonio de la Humanidad, por lo que también buscaba poder ver algunos elementos de esta comida tradicional durante la Romería.

Las celebraciones, incluidas las religiosas, son escenarios para el encuentro, la interacción y la comunicación, que transforman el espacio y su sentido de manera temporal, “… la decoración de las calles y plazas incorpora el bullicio popular, oficios y saberes diferenciados y objetivados en artesanías y otros productos” (Salles, 1995, P. 31). Como en una especie de feria en la que se incluye el acto propiamente religioso y en torno a éste el resto de las actividades económicas, políticas, sociales y culturales.

Por su parte la comida es un elemento que históricamente ha acompañado a las celebraciones religiosas (y no religiosas), y que dota de un carácter festivo al ritual, además de favorecer la sociabilidad, y propiciar la expresión de la historia y la identidad a través del gusto (Sánchez, 2006) y su materialización en los distintos platillos. En este sentido la Romería de Zapopan ha sido tradicionalmente un espacio de venta de artesanía, alimentos, antojitos y productos tradicionales que congrega a vendedores y consumidores de la ciudad y foráneos.

Observación de la comida en la Romería 2016
La idea inicial fue la de observar el comercio y consumo de comida durante la festividad, además del tipo de platillos que se encuentran, pero también el papel de la gastronomía como elemento cultural típico de la Romería. El eje principal de la observación fue el de “La tradición”, plasmada en la propia práctica comercial, en los productos, ingredientes y procesos, o en el acto mismo de consumir tal o cual platillo como parte de la tradición de “ir a llevar a la Virgen” (o “traer” según sea el caso).

La noche del martes 11 llegué aproximadamente a las 11 a Plaza Universidad, en donde ya se formaba una multitud, y aunque aún había circulación de autos por avenida Juárez, la gente que caminaba por ahí comenzaba a ganar terreno. Muchos caminaban hacia la Catedral y otros hacia la estación Juárez del Tren Ligero, que ese día extendió su horario de servicio.  En la plaza, donde se encuentra la Biblioteca Octavio Paz, un típico dúo de payasos de esquina entretenían exitosamente a una inusual multitud que formaba un gran círculo a su alrededor, se reía y participaba entusiasta de sus chistes. Más adelante, en la esquina del andador Pedro Moreno y el andador Colón, un grupo de “batucada” tocaba y bailaba ante una multitud más pequeña y aglutinada. A partir de ahí y en todas las manzanas alrededor de la Catedral (las cuales se caracterizan por tener pasillos con arcos, conocidos como “portales”) había familias instaladas con sus “tendidos” de cobijas a manera de camas improvisadas, provenían de lugares como Morelos, Zacatecas y el Estado de México. Descansaban unos al lado de otros mientras muchos niños ya estaban dormidos, sin importarles la música, el bullicio, y la gente que pasábamos entre ellos. Hasta ahí aún no se veía ni se olía la comida, sólo algunas tortas y bolsas con provisiones que llevaban los peregrinos.

Llegué a Plaza Guadalajara donde la multitud era aún mayor y más densa, al parecer la gente se concentraba en torno a la Catedral y sus entradas, en una fila interminable y zigzagueante de fieles esperaron horas para  poder entrar y ver a la Virgen de Zapopan. En el mismo sitio estaba instalada la cabina móvil de una estación de radio católica, un grupo de danzantes que preparaba sus “pelucas”, familias que paseaban, gente que como yo sólo era expectante, y hasta un “cholo” renovado que rapeaba versos de fe, esperanza y salvación. Aún no se veía ni rastro de comida, sólo algún puesto de papas fritas que tampoco ofrecía mucha esperanza a un estómago hambriento. Tampoco se escuchaban los tambores ni suelas de metal de los danzantes, y el ambiente era bastante sobrio en general en este espacio.

Caminé hacia Plaza de la Liberación, en donde nos encontramos las integrantes del equipo[5] y en donde pudimos observar otra multitud que se encontraba ahí, bailando y respondiendo a las “provocaciones de fe” de un grupo que tocaban música religiosa con ritmos populares arriba de un escenario. Y aunque en una tarde cualquiera es muy común encontrar, en este sitio, puestos de elotes, verduras cocidas y dulces, esa noche no había ninguno, y nuestro estómago ya comenzaba a presionar. Caminamos juntas tratando de recorrer el espacio que ahí, en el centro de la ciudad, estaría destinado a la Romería, y encontramos un grupo de jóvenes, sobre la calle Liceo, que azotaban su chicote en una especie de competencia de fuerza y masculinidad[6]. Continuamos y avanzamos entre danzantes y romeros que ya habían comenzado a peregrinar sobre la avenida Juárez, conforme la ruta programada y hacia Zapopan;  y también pasamos entre familias que, como ya mencioné, descansaban, dormían y convivían en los pasillos techados del centro histórico, que en noches ordinarias son ocupados por los numerosos indigentes que ahí duermen.

En la esquina de Hidalgo y Pedro Loza, antes de cruzar hacia el templo de La Merced, percibimos con alegría el olor a comida, a comida de calle, de cazo, vaporera y comal, cocinada al carbón, por lo que continuamos en esa dirección. Cuando llegamos a avenida Alcalde, en su cruce con Independencia, nos encontramos con un espacio amplio (esta avenida se extiende por seis carriles), lleno de puestos iluminados que formaban tres pasillos, los cuales se extendían hasta por cuatro cuadras hasta la calle Garibaldi. Las dimensiones de los puestos iban del metro y medio, hasta los 6 metros aproximadamente, y su infraestructura variaba según el giro y el tipo de preparación, en el caso de los alimentos.

Cartulinas fosforescentes anunciaban los productos, menús y precios al mismo tiempo que el vendedor hacía su trabajo invitando a los paseantes con el tradicional “pásele pásele”. Esta escena era complementada por el viento frio de la noche, los humos, chispas y vapores que salían de los anafres, freidoras y parrillas, además de los olores a comida y los objetos luminosos provenientes de los puestos de “chinaderas”[7] que alternaban con los de artesanía, artículos religiosos y ropa. Hicimos un recorrido por el área para llegar a un pequeño puesto de flautas, tacos dorados, sopes y gorditas que estaba muy concurrido y en donde tendríamos que esperar para ser atendidas, motivo por el cual decidimos seguir avanzando hasta que llegamos a un puesto más grande donde nos ofrecieron cuatro enchiladas, una papa  y un pedazo de bistec por 35 pesos, además de una silla y un espacio disponible en la mesa para comer. Y aunque cenamos en ese sitio pedimos otras cosas como quedadillas, gorditas y tacos de chorizo, a esa hora las opciones eran cada vez menos pues, al parecer, la “venta fuerte” ya había pasando. Era aproximadamente media noche y aún había espacios desocupados en el área pues muchos comerciantes se estarían instalando durante la madrugada.
 
Una vez habiendo cenado dimos una vuelta a las cuatro cuadras destinadas oficialmente al comercio y encontramos la diversidad de platillos y preparados que se menciona a continuación:

Botanas
-   Elotes (con limón /crema)
-   Verdura cocida
-   Fruta
-   Guasanas cocidas
-   Cacahuates (cocidos, dorados)
-   Semillas
-   Papas fritas y “churritos”
-   Tostilocos
-   Chicharrones con salsa mexicana

Platillos
-   Loches y tortas (estilo Santuario, ahogadas, de pierna, estilo Gema)
-   Tamales
-   Tostadas (de pierna, pata, pollo, panela)
-   Tacos (de barbacoa, pastor, dorados, al vapor, enchiladas)
-   Gorditas
-   Pozole
-   Pizza
-   Hamburguesas
-   Hot dogs
Bebidas
-   Atole
-   Rusas
-   Agua de horchata y Jamaica
-   Tejuino
Postres
-   Pinole
-   Buñuelos
-   Gorditas de nata
-   Pan
-   Churros (tradicionales y rellenos)
-   Pasteles
-   Flanes
-   Golosinas

Yo compré un buñuelo acaramelado y un par de pacheminas que vendía un muchacho originario de Toluca, quien llega a la ciudad cada año exclusivamente a vender en la Romería. Ese día llegó temprano para sacar el respectivo permiso, “y apenas ahorita a las siete, ya me puse”, nos comentó; a la tarde siguiente partiría a Morelos a vender en otra fiesta patronal y de ahí a otra en el Estado de México, y así iba constantemente. En el caso de la familia con la que cenamos, se componía de hermanas, hermanos y las sobrinas (así parecía), ellos eran de la zona metropolitana y solamente vendían su cena el día de la Romería en el centro de Guadalajara, no vendían ningún otro día en ningún otro lugar o fiesta. Esto de entrada me pareció extraño, pero después recordé la experiencia de una señora que conozco, quien para pagar una deuda vendió comida durante tres días en la Santa Convocatoria de la Iglesia de la Luz del Mundo, ya que esto le generaría una importante ganancia económica que le permitiría salir de un apuro económico. 

La señora a quien compré el buñuelo me comentó que ella vende de manera ordinaria en el Santuario de Guadalupe, sólo cuatro cuadras más adelante, en el jardín, y que en otros años le había convenido más asistir a la Romería, “ahora no vino casi gente”, dijo mientras agregaba que el permiso fue más costoso y la venta menor, queriéndome dar a entender que aún no había recuperado su inversión. Su tono era un tanto de inconformidad, como el del chico de las pacheminas, sin embargo el ambiente en general era aún de tipo festivo y la gente seguía paseando entre los distintos puestos, la noche era aún joven por así decirlo, y aún podrían vender más.

No fue necesario preguntar qué alimentos eran los favoritos de los asistentes, ya que a simple vista se podía decir que los predilectos son los tacos y tortas, seguidos de los antojitos de comal y tamales, mientras que los menos demandados fueron los de ingredientes y procesos más simples como las guasanas y cacahuates cocidos, pinole y semillas. Tostilocos, churritos, papas preparadas y pizza representaban las opciones de más reciente incorporación al repertorio culinario de la fiesta  popular.

Podríamos decir que los principales ingredientes presentes en aquel gran mercado provisional de comida fueron la masa de maíz, la harina, el chile, el aceite o manteca, el frijol y la carne, ingredientes característicos del menú nocturno (y en general) de gran parte de los mexicanos (Riestra, 2002). También podríamos destacar el rol que desempeñan las mujeres en la conservación y continuidad de la tradición, las recetas y los saberes, ya que suelen tener mayor presencia y estar al frente de la organización, producción y venta de los alimentos, mientras los varones se limitan, en muchos casos, a cobrar o estar al pendiente de los suministros. 

Durante esa noche la avenida Alcalde se convirtió en una feria de comida y antojitos que, por un lado y de una sola vez, permitió observar el despliegue de prácticas y expresiones culinarias de la identidad popular tapatía, aunque por otro, representó una especie de “encapsulación” de este elemento que tradicionalmente se había mantenido integrado al espacio, la ruta, el itinerario y las actividades. Este año los comerciantes fueron incorporados como una cosa aparte en un espacio “anexo” designado bajo el argumento de la logística y la protección civil, una decisión que, de mantenerse, podría tener efectos en las características, relaciones y dinámicas que dotan a la Romería de un carácter patrimonial. Fue en las conversaciones de esa noche con los comerciantes que nos dimos cuenta de dos aspectos importantes, uno fue el aumento en el costo del permiso (de $30 a $500 de un año a otro), y otro fue el cambio de la ubicación, “todavía el año pasado, aunque ya era el mismo gobierno, nos dejaron allá de aquel lado”, se refiere, el vendedor de rusas, a la Plaza Guadalajara. En esta ocasión no los dejaron instalarse en otro lado, situación que corroboramos al día siguiente, durante el trayecto de Guadalajara a Zapopan.

Por experiencia previa[8]sabía que el día 12, durante el trayecto a Zapopan, el camino se convertía en una feria en donde se podía encontrar una diversidad de opciones para desayunar. El espacio de observación, para este otro momento, fue el tramo de la ruta que va por avenida Américas, desde la calle Jesús García y hasta Avenida Providencia, con inicio a las 8:45 horas y fin a las 10:30 de la mañana. Al llegar caminé algunas cuadras por detrás de la ruta para avanzar más rápido, por la calle Bernardo de Balbuena, y aunque se trataba de una zona usualmente visitada por vendedores ambulantes de comida, esa mañana no logré ver a ninguno. Fue unas cinco cuadras después, cerca de la glorieta Colón, que encontré sólo un puesto de tacos de barbacoa que, según me comentó el propietario,  se instala en el mismo lugar todas las mañanas de lunes a viernes. Como era de esperarse, y siendo de los pocos puestos de comida cercanos a la zona, estaba abarrotado. Más adelante, a la altura de la avenida Circunvalación, me incorporé a la masa que caminaba por la ruta oficial, sobre avenida Américas, aunque aún no sabía si la virgen venía detrás o iba más adelante, era difícil adivinar pues no había indicios de ello. Un vigilante que miraba pasar a la multitud desde el interior de una construcción me informó “no, pues la gente ahí va  casi corriendo pero por aquí no ha pasado, yo tengo aquí más de una hora y no la he visto pasar. No debe de tardar”, dijo al momento que miraba su reloj, eran las  9:23.

El vigilante tenía razón pues sólo avancé unas cuadras más, al cruce con avenida Pablo Neruda, cuando algunos aplausos y ¡vivas! indicaban la cercanía de la Virgen, y me detuve a ver el convoy que pasó muy rápido. Después la gente comenzó a dispersarse, aunque nunca dejo de haber una multitud, unos iban al paso siguiendo a la Virgen, otros se le adelantaban presurosos, otros regresábamos como paseando, y otros más desaparecían por las calles de alrededor. Una vez más, la comida y el ambiente festivo, que ésta imprime a cualquier actividad, brillaban por su ausencia. No sólo mi estómago lo resentía,  mientras esperaba a que pasara la Virgen había escuchado a un niño decir a su mamá “ya tengo hambre ¿a qué hora vamos a desayunar?”, mientras ella lo ignoraba y estiraba el cuello para ver si ya venía la imagen esperada. Miré sus pertenencias y no parecían traer provisiones, miré alrededor y tampoco había dónde comprar algo, y aún faltaban más de tres kilómetros para llegar al “área de comercio” y comida oficial. Supongo que más adelante llegaron al Oxxo o al 7Eleven, donde al parecer muchos habían comprado ya su café y galletas.

Romería 2016. ECP
Conforme iba regresando sobre avenida Américas, por la llamada “zona financiera”, esperaba encontrar alguna oferta gastronómica, ya fuera entre la multitud o entre las calles cercanas, pero no encontré nada. Las calles aledañas a la zona estaban cerradas con vallas de metal y custodiadas por dos policías a los costados, sólo algunos valientes comerciantes desafiaban temerosos a la autoridad y hacían su venta a través de la cerca. Sin embargo se trataba de pequeños comerciantes con alimentos preparados (lonches de jamón, tamales colados y pan) y cantidades mínimas de mercancía que, en caso de ser necesario, podían llevar en sus manos y escabullirse,  y es que, a decir de la señora de los tamales, este año no los dejaron instalarse en la ruta. Otras calles ni vendedores tenían, sólo la valla y los policías. Hacia Zapopan, por la pendiente del Club de Golf, sólo se veía la multitud, de aquel lado estaría mi compañera Verónica para continuar con la observación durante la última parte del recorrido.



Al llegar a la glorieta Colón el “orden” comenzaba a quebrantarse un poco, la gente ya estaba más dispersa y algunos ambulantes habían logrado colarse en el espacio que, ya no era propiamente la Romería pero, seguía ocupado por mucha gente que caminaba en distintos sentidos, aprovechando que aún no se reanudaba la circulación de los automóviles. Algunos puestos y vendedores finalmente se dejaron ver: jugo fresco y fruta picada, tacos al vapor, pan (bolillo salado y bola dulce), y Bon-Ice, esa fue la escasa oferta gastronómica en el espacio que observé esa mañana. Y aunque no era tanta la diversidad de alimentos, lo que había se acabó rápido, algo que nos habla de que la gente tenía hambre, como el niño y yo, y de que eran pocos alimentos para tantas personas. Conversando con la señora que vendía pan me comentó: “ahora el mugre gobierno no nos dejó trabajar, nos echó para allá (se refería al centro, al área que visité la noche anterior), apenas unos nos venimos para acá”. Más tarde, al conversar con mis compañeras de equipo me enteré de que en Zapopan habría encontrado mayor oferta de comida, además de que, así como ocurrió en Guadalajara, ahí los comerciantes también fueron ubicados en una zona específica.


Conclusión en la coyuntura
Habría que iniciar por distinguir dos momentos distintos en el ejercicio de observación, uno nocturno caracterizado por un “mercado de comida” dentro de un espacio determinado, y otro matutino caracterizado por la ausencia de opciones en un entorno de paso. Por otro lado ha sido relativamente fácil distinguir los dos puntos principales en los que se concentró la comida, mientras que se observó que a lo largo de la ruta se impidió el comercio ambulante, y solo los comercios establecidos pudieron operar, beneficiándose de la segmentación que se hizo de la comida con respecto al acto mismo de la peregrinación. Como ya comenté los grandes beneficiados fueron las tiendas de conveniencia como Oxxo, 7Eleven y Farmacias Guadalajara, quienes atendieron las necesidades de consumo de las personas.  

Es sabido que el ambulantaje ha sido todo un tema para el actual presidente de Guadalajara, quien desde el inicio de su gestión presentó un plan para “limpiar” las calles (principalmente las del centro histórico[9]) de puestos, tendidos y carritos ambulantes. También se sabe que se ha mostrado muy enérgico e inflexible al respecto, a tal grado de prohibir la instalación de los tradicionales puestos de comida durante la verbena del 15 de septiembre en la Plaza de la Liberación. Tan sólo 22 días antes de la Romería aún no se había autorizado la presencia de los puestos de comida y vendedores ambulantes[10]. Quizás estas condiciones políticas expliquen en parte la tensión que se percibía entre los vendedores, y que me hizo dar un giro al ejercicio para enfocarme más en el aspecto meramente comercial, y es que era difícil ignorar la atmósfera de prohibición y persecución que se advertía. Cabe destacar que el edil de Zapopan, Pablo Lemus es más condescendiente en este sentido, algo que también se notó en las calles y en la oferta de comida, según comentamos al final en equipo.

Considero que éstas condiciones no nos permitieron observar lo que, en mi caso, esperaba observar al inicio, la comida no estaba integrada dentro de la Romería, ya no era parte de sino algo anexo. Así perdía parte de su sentido, el de acompañar a los romeros en su trayecto hasta Zapopan, hacer el camino menos pesado, y preparar al corazón (con eso de que barriga llena, corazón contento). En mi caso particular no pude observar los platillos tradicionales que sí se pudieron observar en la cabecera zapopana, ni tampoco pude observar su consumo, sin embargo considero que hemos sido testigos del proceso de transformación de una importante tradición, y al menos dos elementos nos permiten verlo así. El primero lo constituyen los cambios que ya hemos descrito en la disposición de los espacios, el costo de los permisos, y el trato  a los vendedores ambulantes que debilitan las relaciones sociales y desarticula las dinámicas entre danzantes, comerciantes, romeros, visitantes y autoridades. El segundo es un tema que no desarrollo yo en lo particular pero que ha sido abordado por Armando González Escoto[11], y es el cambio de la ruta de la Romería, otro elemento que para las autoridades podría no tener mayor relevancia, pero que, así como la comida, dotan al rito de un sentido específico que enriquece su patrimonialidad. Ambas situaciones son recientes, aunque su prolongación podría tener efectos negativos en la celebración.

Las fiestas son también una oportunidad para la reafirmación de discursos, valores, ideas e intereses, dice Salles (1995), aunque en su caso sólo habla por las prácticas de la comunidad. Sin embargo, en el caso de la Romería que observamos, vimos a grandes instituciones como la iglesia y el Estado legitimar sus propios discursos, unos a través de la homilía y el despliegue de símbolos religiosos, y el otro a través de sus cuerpos de seguridad, autoridades viales, permisos y multas. En el caso de la postura de los presidentes municipales, tendrían que ser muy cuidadosos para no contradecirse y perjudicar, con las decisiones y los hechos, su iniciativa de reconocer a ésta celebración como un patrimonio. No sea que con tal de generar un evento “limpio” y “ordenado”, descompongan su composición.

Referencias
Ley del Patrimonio Cultural del Estado de Jalisco y sus municipios. Decreto Número 24952/LX/14 publicado por el Estado de Jalisco el 26 de agosto de 2014.

Ramos, Y. (2002). “Religión y comida” (235-252). En CONACULTA, Cuadernos, Patrimonio cultural y turismo. Memorias del Congreso sobre patrimonio gastronómico y turismo cultural en América Latina y el Caribe. Tomo 1. Revisado en: http://www.cultura.gob.mx/turismocultural/publi/Cuadernos_19_num/cuaderno1_vol1.pdf

Riestra, M. (2002) “Gastronomía, cultura e identidad” (343-352). En CONACULTA, Cuadernos, Patrimonio cultural y turismo. Memorias del Congreso sobre patrimonio gastronómico y turismo cultural en América Latina y el Caribe. Tomo 1. Revisado en: http://www.cultura.gob.mx/turismocultural/publi/Cuadernos_19_num/cuaderno1_vol1.pdf

Salles, V. (1995). “Ideas para estudiar las fiestas religiosas: una experiencia en Xochimilco” (25-40). Revista Alteridades, 5 (9). Consultado en: http://biblioteca.ues.edu.sv/revistas/10800278-3.pdf

Sánchez, A.V.(2006). “La fiesta del gusto: la construcción de México a través de sus comidas” (9-25). Opción, revista de ciencias humanas y sociales. Año 22, No. 51. Consultada en: file:///C:/Users/Usuario/Downloads/Dialnet-LaFiestaDelGusto-2477011%20(1).pdf

Tobin, J. (2002). “La Construcción Culinaria de la Nacionalidad”. En Víctor Mariani (Ed.) La cocina como patrimonio intangible. N. 6 Temas de patrimonio cultural. Comisión para la Preservación del Patrimonio Histórico Cultural de la Ciudad de Buenos Aires.

Notas periodísticas






[1] Me refiero a trabajos de investigación como los de Renée de La Torre, Armando González Escoto o Mary Louise Pratt, pero también opiniones públicas como de Diego Petersen en el diario local El Informador. 
[2] Ley aprobada por decreto el 14 de agosto de 2014 y consultada el 11 de octubre de 2016 a través del sitio de Transparencia del Gobierno del Estado: http://transparencia.info.jalisco.gob.mx/sites/default/files/Ley%20de%20Patrimonio%20Cultural%20del%20Estado%20de%20Jalisco%20y%20sus%20Municipios.pdf
[3] Así lo han manifestado autoridades religiosas y de gobierno. Informe de resultados de la Romería 2016. Publicado en el sitio del gobierno municipal el 12 de octubre y consultado el mismo día en: http://www.zapopan.gob.mx/la-romeria-2016-presento-una-jornada-con-saldo-blanco-en-los-municipios-de-zapopan-y-guadalajara/
[4] Consultado el 11 de octubre de 2016 en la página de la UNESCO: http://www.unesco.org/culture/ich/es/que-es-el-patrimonio-inmaterial-00003
[5] Vero, Lety y yo. Elba llegó más tarde.
[6] Después supe que éstos son los morenos que acompañan la Romería durante la mañana del 12 disfrazados de mostruos y animales.
[7] Comprende todo artículo de manufactura china que usualmente son juguetes, abanicos, amuletos, lámparas y artículos decorativos.
[8] Cuando yo era pequeña solía ir con mi familia a la Romería, ya que nuestra casa materna se encuentra a pocas cuadras de la avenida Ávila Camacho (ruta tradicional) y a pocos kilómetros de la Basílica de Zapopan. Si no era cada año, al menos fui unas cinco veces hasta los 12 años. Después de eso he ido unas cuatro veces, ya sea para llevar a alguien a que aprecie el fenómeno que por sí sólo llama la atención, o a ver a los danzantes, pero principalmente para comer algo o comprar para comer después.
[9] http://www.milenio.com/region/Alfaro-plan_antiambulantaje-comercio_informal_0_622737763.html
[10] “Si habrá buffet para los romeros” se lee en la columna Allá en la fuente del diario El Informador del 21 de septiembre.
[11] En su columna Los Colores del Tiempo del 9 de octubre, titulada Patrimonio Cultural Intangible.

miércoles, 21 de agosto de 2013

Participando ahora de este proyecto que pretende deconstruir y reconstruir los paradigmas y prácticas socioeconómicas.
 Inscribete a la clase.


miércoles, 9 de mayo de 2012

Elle

Es a ella a quien dedico mis triunfos, mis alegrías y agradecimientos, es mi madre quien motiva mis acciones y pensamientos, la persona que sufridamente goza mis alegrías, aún cuando su corazón se estremece y callada llora una ausencia prolongada. Mi heroína de ficción: fuerte, hermosa, poderosa y lejana; no podría estar más cerca de ella que ahora, sin embargo la extraño más que nunca, y la anhelo constantemente. Aún sufro su dolor y cansancio, su mirar triste y su andar pausado, sufro su ira, su frustración y lloro su llanto.
Mi madre es grande, mi madre es generosa, pues además de darme la vida me lo ha dado todo, me dio las alas con las que llego hasta donde lo deseo, me dio una caja de herramientas con las que construyo mis sueños y las ganas de aprender constantemente. Mi madre me enseñó el mundo y a decir “gracias”, me protegió de los monstruos del closet y curó mis enfermedades, me enseñó la importancia de pedir perdón, de ser humilde y compasiva y nunca una ignorante.  Ella me enseñó que la acumulación de riqueza debe fundamentarse en el trabajo, que las desigualdades no son justas y la verdad te evita problemas. Me enseñó a ser responsable y mantener mi palabra, a admirar al sabio y no al popular, a cuidar a los animales y a querer mejorar mi entorno, me enseñó que el honor, el respeto y la educación no se compran, y que el trabajo dignifica al sujeto.
Mi madre es única, como única fue su forma de amar, criar y proteger. No me imagino de otra manera, al final todo tuvo un sentido y agradezco que haya sucedido así.
Te extraño.

domingo, 28 de febrero de 2010

Capitulo IX


Guardo celosamente en mi piel el recuerdo agobiado de tus suaves labios acariciando ritmicamente cada centimetro de mi cuerpo, jugando en los recovecos que la naturaleza reservó al placer, a los juegos nocturnos.

Osas, sin embargo, dejar esta piel estremecida, ahogada, cansada de esperar el calor húmedo de tu aliento y sin más te alejas alegando amor, amor.

No me digas que no te amé, no creas lo que no fue. Cuando las maneras delatan al corazón y las palabras no hacen falta la obviedad del sentir se materializa en un juego, en una caricia, en una mirada.

Zarpada en la memoria queda la otredad de lo nuestro, el recuerdo de lo que no ocurrió y pudo ser, el rastro de tu aroma y la huella de tu paso queriendose quedar.

Ahogo en otros mares el ansia que desprende tu recuerdo, mirando mi reflejo en los ojos de quien parezca confortado por el calor que aún queda aqui.

Lamento ahora lo que se quizo y no se quizo, mientras en silencio seco la lagrima que a tiempo no se derramó, el sentimiento que a tiempo no se hirió y la historia que nunca se escribió.

Ojos que ahora miran ansiosos el pasar de los demás, buscando en cada mirada la complicidad anhelada, buscando solo una señal, un pestañeo, un guiño y nada más. Buscan dónde posarse mientras el tiempo se detiene y nace un nuevo amor.

domingo, 20 de diciembre de 2009

Sin palabras en los dedos



ellos se resisten a plasmar aquellos pensamientos que vagamente llegan a mi mente y las teclas que extrañan el calor de las yemas ansían ser acariciadass al compas de una idea.
Pero no puedo, todo es vago, las ideas son frágiles, volátiles e imprecisas y son más aquellas palabras borradas que las escritas, nada es lo suficientemente bueno para ser expuesto... Por esto mis dedos no tienen palabras

jueves, 20 de agosto de 2009

La Plage de St. Zotique, By Morriss


El fin de semana pasado estrenamos verano aqui en la región. Finalmente el sol dejó atras los rencores e hizo lo que tenía que hacer. Cuando ésto sucede las opciones son muchas. Surf en el St. Laurant, Frizbee en el La Fontaine, barbicue a Boucherville, du Vélo en la ciudad, BeachClub, La Ronde, etc.

Nosotros, por nuestra parte, montamos el Jeep y nos dirijimos a Saint Zotique, una pequeña población en las orillas del rio, a una hora (hacia el oeste) de Montreal y en donde hay una playa "pública" en la que solo hay que pagar la módica cantidad de 9 dolores para poder sentirse como en Melaque en semana santa.

Con una capacidad para 10,000 personas, esta playa recordaba las inolvidables vacaciones que mi amiga Ely pasaba cada año en Guayabitos. (Sin comentarios)
La playa no es muy grande ni muy bonita sino todo lo contrario. Al entrar al agua uno debe pelearse con las piedras del piso, las algas y demás plantas propias de la región, la salvavidas que decide lo que se puede y no se puede hacer así como los cientos de personas que al igual que yo, trataban de refrescarse un poco.

Por otro lado, el mestizaje cultural a todo lo que da. Los latinos cantando y perreando con el "i know you want me,, you know i want cha" los negros hippies con el clásico "Legend" de Bob Marley, los bikinis, burkinis y todo tipo de trajes de baño típicos de cada grupo étnico.
Niños por aquí, chinos por allá, Indús al lado, los negros enfrente, los italianos que no dejan de gritar, y finalmente los quebecois que, a todo esto, resultan ser minoría.

No faltó el respectivo homenaje al Jackson en algún lugar, los baños 100% al mexican style, el gran e impresionante barco carguero de fondo y la ñora que se bañaba con todas sus garritas, evocando al reconocido estilo chilangazo.

Todos disfrutan de esos extraños instantes de sol, arena y agua que, aunque no tiene mucho qué pedirle a las tierras mexicanas, simplemente es otra forma de no sentirse tan peor después de un verano que nomás no dió lo que se esperaba.

Por Saint-Denis



Sólo debo asomar la cabeza por la ventana del estudio para ver, como un cortometraje, las historias que frente a mis ojos ocurren, cada una con su trama, sus personajes y su desconocido deselnace. Sólo me asomo y veo. A veces hay comedia, a veces hay misterio, a veces hay romance y a veces hay horror.

Esta noche la lluvia lubrica las acaloradas banquetas y el negro asfalto se convierte en un sucio espejo que refleja los andares de la gente. Como en muchos centros de ciudad los indigentes abundan, los personajes jodorovskianos se hacen presentes y hasta el soundtrack propicio escapa de las ventanas de los autos que se detienen ante la luz roja de la esquina.

Asomo mi cabeza y miro. Miro hacia la derecha y miro hacia la izquierda.

Una pareja de indigentes pelea por las monedas de los automovilistas y transeuntes. Se gritan, se insultan y se desprecian, pero al final del día dormirán juntos, acurrucados uno contra el otro refugiandose de la fina lluvia bajo una apestosa y sucia cobija. Son mis vecinos de enfrente. Los que duermen en las instalaciones de la universidad, bajo algún delgado techo, en un aereado corredor, en unas incómodas escaleras, o, si tienen suerte, a un lado del cajero automático.

Miro hacia abajo y la linea para el concierto de Dream Theatre en el Medley, es cada vez más larga y ruidosa. Decenas de personas vestidas de negro, con botas altas y largas cabelleras rubias, se preparan en cuerpo, mente y espíritu, para disfrutar de un buen concierto metal. Rostros angelicales que gritan guturalmente las letras de sus canciones favoritas e insultan en colectividad a los policías del "Poste 21" que pasan en sus patrullas.

El chino de la tienda de enfrente, que normalmente es nada amable, hace su agosto en agosto. Solo en noches como esta tiene tanta venta y sus anaqueles estan más vacíos que nunca. Sus productos caducos se venden como pan caliente y él hasta habla en francés,, no se le podría ver más contento. Todos pareces estar contentos y esto es una fiesta.

Los turistas y transeuntes, al ver toda "la gang" de metaleros, prefieren pasar por la acera de enfente. Pasan, miran y siguen. Pasan, miran y siguen. Pasan y pasan y pasan y yo sólo veo cómo las historias pasan.

No es el Bronx, no es Garibaldi, no es la plaza de los mariachis pero quien ha estado en Montreal sabe que simplemente es Saint-Denis, la calle donde siempre hay algo que hacer, que mirar, que ver pasar.